Una palabra; quédate. Era lo único que él tenía que hacer. Sin embargo, se subió a ese autobús y con él, se llevó mi corazón. Eso fue hace diecisiete años. Lo superé, me casé, tuve hijos, un hogar cálido, todo lo que siempre había soñado. Pero mi esposo me traicionó y de nuevo fui abandonada. Sola, sin dinero y con dos hijos, no tuve otra opción más que volver a Tennessee. No sé suponía que él iba a estar ahí. Tendría que haberme asegurado, sin embargo el destino en ocasiones es incontrolable. Esta vez, las cosas han cambiado. Es mi decisión. Las segundas oportunidades existen, pero no sé si podremos reparar lo que ya ha sido roto.