El sufismo es una apuesta radical por una espiritualidad libre, exenta de cualquier tipo de sumisión o actitud acomodaticia, que va mucho más allá de cualquier atadura formal, teniendo en cuenta que, pese a usar formas, invita a trascenderlas en cada paso que se da.
Muchas sombras planean sobre el sufismo: donde unos ven un hecho nodal del islam espiritual, el néctar de la espiritualidad islámica, la más pura y refinada destilación del mensaje coránico, otros lo consideran una importación externa al islam, algo ajeno a la tradición muhammadiana.
En cualquier caso, gracias al trabajo silencioso pero infatigable de los sufís -estos artesanos del camino interior que no se resignan ni se conforman con el vino a granel-, aún es posible hoy saborear un vino sufí añejo y de marca, capaz de seducir y embriagar. Como seduce y embriaga la danza de los derviches.